Delante del ordenador soy incapaz de expresar el torrente de emociones que he sentido hoy. Desde lo más profundo de mi corazón sólo soy capaz de decir "GRACIAS". Gracias, papás y mamás, por confiarme a vuestros hijos e hijas, un acto de gran generosidad, por vuestra parte, y una gran responsabilidad por la mía. Os aseguro que he puesto todo mi cariño, mi respeto y mi fe por conseguir de ellos lo mejor, lo que les hace únicos e irrepetibles. Ha habido momentos muy buenos y ninguno malo que no me haya hecho crecer y mejorar, como docente y como persona.
Nuestro viaje se termina, ahora sí. En mi corazón os llevo a todos y a todas, a "mis niños y niñas", y todo lo que he aprendido de vosotros.
Quiero compartir con todos la magnífica poesía de Gabriel Celaya , con ella inicié el libro viajero. En ella se plasma la esencia de la educación y, según mi criterio, el faro que nos debe guiar a todos los docentes.
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